En su entrevista más profunda e introspectiva en años, Swift nos cuenta todo sobre el camino rocoso hasta Lover y mucho, mucho más
Por Brian Hiatt
Taylor Swift irrumpe en la cocina de la casa de Nashville de su madre, sonriendo como claramente haría Taylor Swift. (¿Os suenan esos clásicos labios rojos suyos? Pues eso.) "Necesito a alguien que me ayude a teñirme el pelo de rosa", dice, y unos instantes después, sus puntas combinan con su esmalte de uñas brillante, sus zapatillas y las rayas de su camisa de botones. Todo por conservar la estética pastel de su nuevo álbum, Lover; la Taylor a la defensiva, vestida en cuero negro de la pasada era, ya ha colgado el teléfono. El ambiente es tranquilo por la cocina de isla de granito negro, mientras los padres y el hermano pequeño de Swift pasan por aquí. Los dos perros de su madre, uno diminuto y otro enorme, se abalanzan locos de contentos sobre los invitados. Y podría ser una visita de fin de semana de cualquier joven de 29 años a sus padres, de no ser por la locura que se avecina por el pasillo.
En una terraza bien ventilada, 113 nerviosos, temblorosos e incrédulos fans esperan entre lloros a que comience una de las sesiones secretas de Swift, rituales sagrados entre su fandom. Está a punto de ponerles su séptimo álbum, aún inédito, este domingo por la tarde de principios de agosto, y de ofrecerles sustanciosos comentarios. También les ha hecho galletas. Justo antes de empezar la sesión, Swift se sienta en el estudio de su madre (donde "trabaja Google", según su hija) para conversar conmigo durante unos minutos. Las paredes negras de la habitación están decoradas con fotos clásicos de rock en blanco y negro, que a Bruce Springsteen y, como era de esperar, James Taylor; también hay imágenes más recientes de Swift posando con Kris Kristofferson y tocando con Def Leppard, la banda favorita de su madre.
En una terraza bien ventilada, 113 nerviosos, temblorosos e incrédulos fans esperan entre lloros a que comience una de las sesiones secretas de Swift, rituales sagrados entre su fandom. Está a punto de ponerles su séptimo álbum, aún inédito, este domingo por la tarde de principios de agosto, y de ofrecerles sustanciosos comentarios. También les ha hecho galletas. Justo antes de empezar la sesión, Swift se sienta en el estudio de su madre (donde "trabaja Google", según su hija) para conversar conmigo durante unos minutos. Las paredes negras de la habitación están decoradas con fotos clásicos de rock en blanco y negro, que a Bruce Springsteen y, como era de esperar, James Taylor; también hay imágenes más recientes de Swift posando con Kris Kristofferson y tocando con Def Leppard, la banda favorita de su madre.
Es una esquina, se encuentra la guitarra acústica que Swift
tocaba de adolescente. Es casi seguro que con ella compuso algunas canciones
conocidas, pero no recuerda cuáles exactamente. “Sería un tanto extraño
terminar una canción y decir: “Vale, ahora me acordaré de este momento”", dice,
riendo. “(en tono arcaico) ¡Esta
guitarra ya ha sido nombrada una reliquia sagrada!”.
La sesión secreta en sí es, como su nombre indica, algo
totalmente secreto; podemos confirmar que bebió algo de vino blanco, dado que
su copa aparece en algunas de sus fotos en Instagram. Se quedó despierta hasta
las 5 de la mañana, charlando y haciéndose fotos con cada uno de sus fans.
Cinco horas más tarde, continuamos nuestra conversación en el condominio en
Nashville de Swift, casi en el mismo lugar donde hicimos una de nuestras
entrevistas para su portada de la Rolling Stone en 2012. Apenas ha cambiado
algo de decoración caprichosa en estos últimos siete años (una de las novedades
es una mesa de billar que reemplaza el sofá donde nos sentamos la últimas vez),
así que me siento un poco en una cápsula del tiempo. Todavía está ese conejito
de peluche enorme hecho de musgo en una esquina y una jaula de pájaros de
tamaño humano en el salón, aunque las vistas desde este último ahora son de
condominios genéricos en vez de solo distantes colinas verdes. Swift anda descalza
ahora, vestida con unos vaqueros claros y una camisa de botones atada a la
cintura; se ha recogido el pelo y apenas lleva maquillaje.
¿Cómo resumir los últimos tres días de Taylor Swift? En
julio de 2016, después de que Swift expresara su descontento con la canción de
Kanye West Famous, Kim Kardashian hizo todo lo posible por destruirla,
publicando grabaciones clandestinas de una conversación telefónica entre Swift
y West. En el audio fragmentado, se puede escuchar a Swift afirmando estar de
acuerdo con el verso “Taylor y yo hasta podríamos tener sexo”. Pero la oímos
enterándose del siguiente, el que le molestó – “Yo hice famosa a esa perra” –,
y como ella explicaría más adelante, hay mucho más de su parte en la historia.
La reacción fue… bueno, rápida y abrumadora. Es más, aún no ha desaparecido del
todo. Ese mismo año, más tarde, Swift decidió no pronunciarse con respecto a
las elecciones de 2016, lo cual no ayudó en absoluto. Ante todo, hizo
reputation – un pop feroz, ingenioso, casi industrial, compensado por canciones
de amor de una belleza cristalina – y dio una gira por estadios tremendamente
exitosa. En algún lugar del camino, conoció a su actual pareja, Joe Alwyn, y a
juzgar por ciertas canciones de Lover, van muy en serio.
Lover es el disco más maduro de Swift, un reequilibrio de
sonido y personalidad que abre las puertas a la próxima década de su carrera;
también es un bienvenido regreso a la variedad sonora del Red de 2012, con
temas que van desde el über-bop en colaboración con St. Vincent de Cruel Summer
hasta el insoportablemente conmovedor Soon You’ll Get Better (con las Dixie
Chicks) y el bailable estilo Shake It Off de Paper Rings.
A ella le apetece hablar de su música, claro está, pero
también está preparada para hablar de los últimos tres años de su vida, en
profundidad, por primera vez. En ciertos momentos, la conversación no es
agradable. Ha desarrollado una superarmadura en los últimos años, pero aun así
su cara es todo lo contrario a una de póker – uno puede observar cada microemoción
que se apodera de ella cada vez que reflexiona sobre una pregunta, su nariz
arrugándose en señal de ofensa semiirónica por el término “estrellas de pop de
la vieja escuela”, sus ojos absurdamente azules brillando al tocar temas
oscuros. En cuanto a sus peores momentos, dice: “Sientes que te arrastra por
completo la marea. ¿Y qué vas a hacer? ¿Salpicar mucho? ¿O contener la
respiración y esperar a resurgir de alguna manera? Eso fue lo que hice yo. Y me
costó tres años. Y ahora estoy aquí sentada, concediendo una entrevista – el
hecho de que ya hemos hecho una entrevista antes es lo único por lo que no
estoy sudando por todo el cuerpo.”
Brian Hiatt: Cuando charlamos hace siete años, todo te iba
superbién y te preocupaba que algo saliera mal.
Taylor Swift: Sí, sabía que pasaría. Sentía que iba
caminando por la acera, sabiendo que al final el suelo se derrumbaría y me
caería. No puedes seguir ganando y hacer que a la gente le guste. A la gente le
encanta “lo nuevo”: te levantan en el asta de la bandera, y tú te agitas un
poco allí arriba. Y luego dicen: “Ah no, esperad un momento, que esa bandera es justamente
lo que queremos.” Ellos deciden si algo que estás haciendo es incorrecto, si no
estás representando lo que debes defender. Si eres un mal ejemplo. Más tarde,
si sigues haciendo música y sobrevives, y sigues conectando con la gente, te
volverán a levantar en el asta de la bandera de nuevo, para luego bajarte, para
luego subirte otra vez. Y esto le pasa más a las mujeres que a los hombres en
el mundo de la música.
B: Y también te sucedió a ti algunas veces a menor escala,
¿no?
T: He tenido varios desbarajustes en mi carrera. Con 18
años, me decían: “En realidad, ella no escribe sus canciones”. Así que compuse mi
tercer álbum por completo yo sola en respuesta a eso. Después, se me decía que
era una cazadora de citas, una devoradora de hombres majara, cuando tenía 22.
Así que decidí no salir con nadie durante unos dos años. Y luego, en 2016,
decidieron que absolutamente todo sobre mí estaba mal. Si hice algo bueno, fue por
razones equivocadas. Si hice algo valiente, no lo hice correctamente. Si me
defendía, estaba liando un berrinche. Y así fue como me encontré a mí misma en
esa cámara de eco de burlas sin fin. A ver, yo tengo un hermano dos años y
medio más pequeño que yo, y nos hemos pasado la mitad de nuestras vidas
queriendo matarlos y la otra mitad como mejores amigos. ¿Y sabes de esa típica
tontería que hay entre niños? Por ejemplo, yo le diría a mi madre: “Mamá, ¿me
das un poco de agua?”, y mi hermano le diría: “Mamá, ¿me das un poco de agua?”,
y yo le diría a él: “Eres un copión”, y entonces él me diría a mí: “Eres un
copión”. Siempre con esa voz de burla tan desagradable y retorcida. Pues así es
como me sentí en 2016. Así que simplemente decidí no decir nada de nada. No fue
realmente una decisión. Fue algo completamente involuntario.
B: Pero también viviste cosas buenas en tu vida en esos
momentos – eso también es parte de reputation.
T: Los momentos de mi verdadera historia en ese álbum son
temas como Delicate, New Year’s Day, Call It What You Want, Dress. La otra cara
de reputation es que en realidad se trata de una historia de amor. Todo era una
historia de amor en medio del caos. Todos esos himnos metálicos de batallas
armadas era solo lo que estaba sucediendo fuera. Eso era la batalla en curso
que veía desde las ventanas, y luego estaba lo que está pasando en mi mundo –
mi mundo recientemente tranquilo y acogedor que yo misma había elegido por
primera vez… Y es extraño, porque incluso en algunos de los peores momentos de
mi carrera, y de reputation, he de decir, también algunos de los más bonitos,
de esa vida calmada que yo escogí tener. Tengo recuerdos increíbles con amigos
que ahora sé que se preocupaban por mí, incluso cuando me odiaban. Lo malo fue
muy malo. Pero lo bueno perdurará. Y lo que aprendí de esto es que no puedes
mostrar tu vida a todo el mundo.
B: ¿Eso qué quiere decir?
T: Digamos que yo solía ser como un Golden retriever, yendo
hacia todo el mundo, meneando la cola. Con un “¡Por supuesto! ¿Qué quieres
saber, qué necesitas?” en la boca. Y supongo que, ahora, tengo que ser más como
un zorro.
B: ¿Te arrepientes de cómo se percibió el tema del
“escuadrón de chicas”?
T: Sí, jamás hubiera imaginado que la gente hubiera
pensado: “Esto es una camarilla en la que a mí nunca me hubieran aceptado si
hubiera querido entrar en ella.” Dios, eso me dolió como si me cayera una
tonelada de ladrillos encima. Pensé que aquello no había salido como yo quería
que saliera. Pensé que era simplemente una forma de mantenernos unidos, como a
los hombres les pasa. El patriarcado permite a los hombres tener “colegas
hermanos”. Si eres un artista masculino, existe un acuerdo en el que respetas a
tus contrapartes.
B: ¿… Mientras que todo el mundo espera que las mujeres se
peleen entre sí?
T: Todo el mundo supone que nos odiamos entre nosotras. Incluso si nos
estamos haciendo una foto sonriendo rodeándonos con los brazos, todo el mundo
supone que tenemos un cuchillo escondido en el bolsillo.
B: ¿Cómo de peligroso era que tú misma cayeras en ese pensamiento?
T: El mensaje es peligroso, la verdad es que sí. Nadie es
inmune, porque somos un producto de lo que la sociedad, los amigos y ahora
Internet nos cuenta, a menos de que aprendamos de la experiencia.
B: Una vez cantaste sobre una estrella que “cogió su dinero
y su dignidad y se largó de aquel infierno”. En 2016, escribiste en tu diario:
“Este verano es el apocalipsis”. ¿Cómo de cerca estuviste de tirar la toalla
por completo?
T: Pensé mucho mucho en ello. Pensé en cómo las palabras
eran mi única manera de dar sentido al mundo y de expresarme – y ahora
cualquier cosa que digo o escribo se vuelve en mi contra. A la gente le encanta
los frenesís de odio. Son como pirañas. La gente se lo pasó genial odiándome, y
realmente no necesitaban muchas razones para hacerlo. Y yo sentía que la
situación era bastante desesperada. Escribía montones de poemas superagresivos
y amargos constantemente. Escribí un montón de artículos de opinión que sabía
que jamás publicaría, sobre cómo es sentir que estás en una espiral de
vergüenza. Y no pude descubrir cómo aprender de eso. Porque no estaba segura de
qué fue lo que hice exactamente que estuviera tan mal. Y eso fue especialmente
duro para mí, porque yo no soporto cuando la gente no acepta las críticas. Así
que trato de autoexaminarme, y aunque a veces es muy doloroso, intento
comprender de dónde viene una persona a la que no le gusto. Y ahora entiendo
completamente por qué hay gente a la que no le gusto. Porque… ya sabes, mis
inseguridades me han hecho pensar esas cosas, y cosas mil veces peores.
B: Pero algunos de tus antiguos críticos se han convertido
en tus amigos ahora, ¿verdad?
T: Algunas de mis mejores amistades son personas que me
criticaron públicamente y luego iniciamos una conversación. Hayley Kiyoko
estaba dando una entrevista una vez y dio un ejemplo de cómo siempre canto
sobre relaciones heterosexuales y me importa una mierda lo que opine la gente,
al igual que a ella le importa una mierda lo que la gente opine sobre que cante
sobre chicas, y es algo totalmente válido. Como Ella – Lorde –, que lo primero
que dijo sobre mí fue una crítica sobre mi imagen o algo así. Pero claro, yo no
puedo responder a alguien diciéndole: “Tú, como ser humano, eres muy falso.” Y
si dicen que te estás haciendo la víctima, eso debilita por completo tu
capacidad de verbalizar cómo te sientes a menos que sea positivo. Con lo cual,
¿debería sonreír todo el tiempo y no decir nunca que algo me ha hecho daño?
Porque eso sería muy falso por mi parte. ¿O debería ser real sobre cómo me
siento y dar respuestas válidas y legítimas a las cosas que me pasan en la
vida? Ah no, espera, ¿sería eso hacerse la víctima?
B: ¿Y cómo escapas de esa trampa mental?
T: Desde que tenía 15 años, si la gente me criticaba por
algo, lo cambiaba. Y entonces empiezas a pensar que quizá seas esa mezcla de
críticas que te lanzaron, y no una persona real que haya tomado alguna de esas
decisiones. Y entonces decidí que necesitaba vivir una vida tranquila, porque
una vida personal tranquila no invita a discusión, disección ni debate. No me
daba cuenta de que estaba invitando al mundo a sentir que tenían el derecho de
jugar con mi vida como si fuera un videojuego.
B: La frasecita de “La antigua Taylor no puede ponerse al teléfono
ahora mismo… ¿Que por qué? ¡Porque está muerta!” fue en su momento
superdivertida, pero, ¿cómo de en serio nos la tenemos que tomar?
T: Hay una parte de mí que siempre será diferente.
Necesitaba crecer en muchos sentidos. Necesitaba establecer límites, descubrir
qué era mío y qué del público. ¿Esa antigua versión de mí que comparte todo sin
pensarlo con un mundo con el que probablemente no debería compartirlo? Creo que
ha desaparecido. Pero lo de la frase vino de un momento divertido en el que
estábamos Jack [Antonoff] y yo en el estudio y quise jugar con la idea de la
llamada telefónica, porque así fue como comenzó todo aquello, con una estúpida
llamada telefónica que nunca debería haber cogido.
B: Hubiera sido todo mucho más fácil si hubieras dicho lo
que acabas de decir.
T: Hubiera sido tan, pero tan genial si hubiera dicho eso…
[risas].
B: Sin embargo, parte de la iconografía de Lover sí que
sugiere que la antigua Taylor ha vuelto.
T: Yo no considero que me haya apoyado en la antigua
versión de mí misma para crear este álbum, que es muy muy autobiográfico. Pero
también cuenta con momentos de extremo enamoramiento y de extrema confesión
personal.
B: Según tú, ¿hiciste algo mal al tratar el tema de la
llamada telefónica? ¿Te arrepientes de algo?
T: El mundo no entendía el contexto ni los eventos que
llevaron hasta ello. Porque nada como eso pasa porque sí, sin algo detrás.
Pasaron cosas cuando me enfadé por llamarme perra. Pero no fue algo aislado.
Básicamente, me cansé de la dinámica que había entre él y yo. No solo me basé
en lo que pasó en esa llamada telefónica y en esa canción, sino que fue una
especie de reacción en cadena de todo.
“Empecé a sentir que estábamos reconectando, lo cual me
parecía genial – porque lo único que siempre quise durante toda mi carrera
desde lo que sucedió en 2009 era que me respetara. Cuando alguien no te respeta
y te dice que literalmente no mereces estar donde estás, yo ansiaba ese respeto
por su parte, y a su vez me odiaba a mí misma por ello, porque pensaba: “Este
tipo me está hostigando, pero quiero su aprobación”. Pero ahí estaba yo. Y
salíamos a cenar y cosas así. Y yo estaba supercontenta, porque siempre decía
cosas muy buenas de mi música. Pensé que se estaba curando algún que otro
resentimiento de la infancia o de cuando tenía 19 años. Pero entonces vinieron
los VMAs de 2015. Él había ganado el Premio Vanguardia. Y me llamó antes – yo
no lo grabé ilegalmente, así que no puedo ponerte el audio para que la
escuches. Pero el caso es que me llamó, como una semana o así antes del evento,
y mantuvimos una conversación como de una hora, y entre otras cosas me dijo:
“Me gustaría muchísimo que tú presentaras este Premio Vanguardia, significaría
mucho para mí”, y yo analicé todos los motivos por lo que podría significar
tanto para él, por qué estaba siendo tan amable y eso. Yo estaba superilusionada
por que me lo pidiera, así que escribí el discurso de presentación que iba a
dar. Entonces, llegamos a los premios, yo doy el discurso y él me grita: “¡La
MTV ha hecho que Taylor Swift venga a entregarme este premio solo para tener
más audiencia!” [Sus palabras literales fueron: “¿Sabéis la de veces que han
anunciado que Taylor iba a entregarme este premio porque eso les haría tener
más audiencia?”]. Y en ese momento estaba de pie en medio del público, al lado
de su mujer, y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Y entonces me di cuenta de
que tiene dos caras. De que quería ser amable conmigo detrás de las cámaras, pero
delante solo quería hacerse el guay, ponerse por delante de todo el mundo y
echar mierda. Y me quedé superdecepcionada. Luego, después de la gala, quiso
que fuera a hablar con él a su camerino. Pero no fui. Al día siguiente, me
envió esa cosa enorme llena de flores para disculparse. Y yo me quedé pensando:
“¿Sabes qué? No quiero que estemos peleados otra vez. Voy a dejarlo pasar y
ya.” Y entonces es cuando se pone conmigo al teléfono, y a mí me conmovió tanto
que fuera tan respetuoso y que me hablara de dicho verso de su canción.
B: ¿El verso “Taylor y yo hasta podríamos tener sexo”?
T: [asiente]. Claro, a mí eso me hizo pensar que ya nos
llevábamos bien de nuevo. Pero cuando escuché la canción, pensé: “Esto ha sido
el colmo, ya no puedo más. Si quieres guerra, estemos en guerra, pero al menos
sé sincero.” Y luego, hizo literalmente lo mismo con Drake. Afectó gravemente
la trayectoria de Drake y de sus familias. Es lo mismo. Se te acerca, se gana
tu confianza, y te detona. Y realmente no quiero hablar sobre el tema, porque
me pongo nerviosa, y siento que estoy hablando mierda todo el rato, pero es lo
mismo. Pregúntale a Drake sobre lo que le pasó a él. [West negó cualquier
participación en la revelación de Pusha-T del hijo de Drake y se disculpó por
enviar “energía negativa” hacia Drake.]
B: ¿Cuándo llegaste al lugar que se describe en la canción
de apertura de Lover, I Forgot that You Existed?
T: Fue en algún momento durante la gira reputation, que fue
la experiencia emocional más transformadora de mi carrera. Esa gira me puso en
el lugar más sano y equilibrado en el que he estado. Tras esa gira, me podrán
pasar mil cosas malas, pero ya no van a hundir. Lo que sucedió hace un par de
meses con Scott [Borchetta] me habría hundido y me habría callado. Porque hubiera
tenido demasiado miedo de hablar. Algo sobre esa gira hizo que me desconectara
de la percepción pública en la que solía colgar toda mi intimidad, lo cual
ahora sé que es superinsano.
B: ¿Pero cuál fue la revelación real que tuviste?
T: Es casi como si sintiera más dentro de mí el hecho de
que mi trabajo es ser una artista. No es como esa cosa masiva que a veces
imagina mi cerebro, y también la prensa, en la que todos estamos en un campo de
batalla y todos moriremos en él, excepto una persona, que será quien gane. Pero
yo pienso: “Pues no, porque ¿sabes qué? Katy es una leyenda. Gaga es una
leyenda. Beyoncé es una leyenda. Rihanna es una leyenda. Todas lo son. Porque
el trabajazo que han hecho eclipsa por completo la miopía de este ciclo de
noticias clickbait que hay las 24 horas.” Y de alguna manera me percaté de eso
durante la gira, mientras miraba a los rostros de la gente. Solo tratamos de
entretenerles, y se supone que es algo divertido.
B: Pues sería interesante ver a estos tres últimos álbumes como
una trilogía. 1989 también fue como un botón de reinicio, en realidad.
T: Por supuesto, en todos los sentidos. He hablado mucho
sobre el hecho de que esa decisión [pasarse al pop] fue mía y solo mía, y desde
luego se encontró con mucha resistencia. Internamente.
B: Tras descubrirse que las cosas no eran todo sonrisas con
tu antiguo jefe de discográfica, Scott Borchetta, no es difícil no preguntarse
cuántos conflictos más habría dentro por cosas como esta.
T: Muchas de las cosas más creativas que hice en esa
discográfica fueron cosas por las que nunca tuve que pelear. Pero, ya sabes…,
yo no soy como él, haciendo acusaciones absurdas y mezquinas sobre el pasado…
Cuando tienes una relación comercial con alguien durante 15 años, pasas por mil
altibajos. Pero prometo que pensaba que me miraba como a la hija que nunca
tuvo. Y a pesar de que tuvimos muchos momentos malos y diferencias creativas,
prefería quedarme con las cosas buenas. Yo quería ser su amiga. Yo pensaba que
sabía lo que era que te traicionaran, pero desde luego esto que ha pasado con
él ha sido una redefinición de lo que era una traición para mí, porque lo
sentía como parte de la familia. Pasar de sentir que te miran como a una hija a
este grotesco sentimiento de “Oh, en realidad solo era una preciada ternerita
que engordaba para venderla al matadero que pagara más por ella.”
B: Te ha acusado de haber rechazado asistir a la marcha
Parkland y el concierto benéfico de Manchester.
T: Increíble. Esto es lo que pasaba: todos en mi equipo
sabían que si Scooter Braun nos iba a traer algo, mejor que no me lo trajera a
mí. El hecho de que esos dos ahora se hayan asociado después de todo lo que ha
dicho de Scooter Braun… Mira que es difícil sorprenderme, pero esto fue muy
impactante para mí. Ellos son dos tíos muy ricos y muy poderosos que utilizan
300 millones de dólares del dinero de otras personas para comprar, yo qué sé,
el cuerpo de trabajo más femenino que tienen, por ejemplo. Y luego los ves
parados en una barra de bar de madera, haciéndose una sesión de fotos de mal
gusto, brindando con whisky por ellos mismos. Porque me hicieron una encerrona
y lo hicieron tan furtivamente que ni siquiera lo vi venir. Y no podía decir
nada al respecto.
B: De alguna manera, a nivel musical, Lover es el más indie
de tus álbumes.
T: Oye, pues mola que digas eso, gracias. Está claro que es
un disco peculiar. Con este álbum, siento que me he dado permiso a mí misma
para revisitar antiguos temas sobre los que solía componer, mirando a ellos
quizá con nuevos ojos. Y para revisitar antiguos instrumentos – antiguos en el
sentido de que solía tocarlos. Porque mientras grababa 1989, estaba
superobsesionada con el concepto del pop ochentero, quería que tanto su
producción como su naturaleza sonaran a los 80, con esos grandes estribillos,
todo sin completos. Y luego vino reputation, con el que existe un motivo por el
que puse todo en minúsculas. Ese álbum no era una disculpa comercial. Y es
extraño, porque ese es el disco que todo el mundo trató de explicar más, y sin
embargo es justo del que yo no dije nada. En las sesiones secretas de
reputation, tuve que explicarles a mis fans que era consciente de que estábamos
haciendo algo nuevo que no había hecho antes; nunca antes había jugado con
personajes en las canciones. Lo cual para muchos artistas es como un truco
divertido, porque consideran a ese personaje como una especie de alter ego
suyo. Y yo nunca antes lo había hecho, eso de jugar con tantas cosas, y mola
mucho. Y moló mucho también en la gira – exponer la oscuridad, la grandilocuencia,
el amargura y el amor y los altibajos de un disco lleno de confusión emocional.
B: Daylight es una canción preciosa. Podría haber sido el
título del disco.
T: Y casi lo fue. Pero pensé que quizá era demasiado
sentimental.
B: Y quizá demasiado perfecto también.
T: Exacto. Incluso me referí al álbum como Daylight durante
un tiempo. Pero para mí, Lover era un título más interesante, más preciso en
cuanto a la temática, y más elástico como concepto. Por eso You Need to Calm
Down tiene sentido dentro de la temática del disco – una de las cosas de las
que trata es cómo a ciertas personas no se les permite vivir sus vidas sin
discriminación solo por el hecho de querer a quienes quieren.
B: Para los temas más orgánicos del disco, como Lover y
Paper Rings, dijiste que te imaginabas una orquesta de boda tocándolas. ¿Con
qué frecuencia ese tipo de visualización da forma al estilo de producción de
una canción?
T: Es que a veces me da por fantasear sobre dónde se
tocarían las canciones. Para temas como Paper Rings o Lover, me imaginaba una
orquesta de boda, pero en los años setenta, por lo que no podían contar con
instrumentos que aún no se hubieran inventado. Tengo imágenes así en mi cabeza
continuamente. Para reputation, me imaginaba un paisaje urbano oscuro. No
quería ningún instrumento tradicional acústico, o los menos posibles. Me
imaginaba viejos edificios de almacenes que habían sido abandonadas y fábricas
y todo ese tipo de imágenes industriales. Así que quise que la producción no
contara con nada hecho de madera. Y Lover es como un suelo de madera de un
establo, con cortinas medio rotas que se mueven por la brisa, y campos de
flores, y terciopelo.
B: ¿Cómo se te ocurrió usar las metáforas de un instituto
de secundaria para hablar de política en Miss Americana & the Heartbreak
Prince?
T: Hay mil influencias detrás de esa canción en concreto.
La compuse un par de meses después de las elecciones de medio mandato, y quise
tratar el tema de la política a partir de un lugar metafórico en el que estaría
teniendo lugar. Entonces pensé en un instituto de secundaria tradicional
estadounidense, donde hay todo ese tipo de eventos sociales que hacen que
alguien se pueda sentir aislado. Y creo que muchas personas en nuestro panorama
político sienten que solo deberíamos acurrucarnos en las gradas y elaborar un
plan para mejorar las cosas.
B: Me da la sensación de que tu fandom podría pensar que
ese título te viene de Fall Out Boy.
T: Adoro a los Fall Out Boy. Su forma de componer me ha
influido mucho, líricamente, probablemente más que a nadie. Ellos cogen una
frase y le dan la vuelta totalmente.
B: Cantas sobre “historias americanas que se queman ante
mí”. ¿Te refieres a las ilusiones de lo que es Estados Unidos?
T: Se trata de las ilusiones de lo que pensaba que era
Estados Unidos antes de que nuestro panorama político tomara este giro, y esa
ingenuidad que solíamos tener. Y esa también es la idea de la gente que vive en
Estados Unidos, que solo quiere vivir su vida, ganarse la vida, formar una
familia, querer a quienes quieran, y ver a esas personas perder sus derechos o
no sentirse en casa en su propias casas… Se me ocurrió el verso “Veo cómo los
malos se chocan las cinco”, porque ya no son solo esos pequeños discretos
matices racistas y horribles que ya no pasan tan desapercibidos en nuestro
clima político, sino también la gente que representa eso y la forma que tienen
de celebrarlo tan efusivamente ante el mundo, lo cual es horrendo.
B: Ahora mismo estás en ese extraño punto en el que eres
una estrella del pop rubia de ojos azules en una época como esta – hasta el
punto en que, hasta que públicamente apoyaste a ciertos candidatos demócratas,
los derechistas asumían que estabas de su lado.
T: No creo que lo piensen ya. Pero sí, aquello fue muy
discordante, y yo no me enteré de nada hasta después de que sucediera. Porque,
en ese momento, durante algún tiempo, yo ni siquiera tenía internet en el
teléfono, y mi familia y equipo estuvieron muy preocupados por mí porque yo no
estaba muy bien. Y ellos se ocuparon de muchas cosas sin yo tener ni idea. Y
eso solo me ha pasado una vez en mi carrera. Yo siempre voy sentada en el
asiento del piloto, del avión que es mi carrera, y que trato de hacer volar en
la dirección que yo quiero. Pero hubo un momento en que tuve que levantar las
manos del volante y decir: “Chicos, no puedo. No puedo más. Necesito que os
hagáis cargo de esto vosotros porque yo voy a desaparecer un tiempo.”
B: ¿Te refieres a cuando cierto grupo de supremacistas
blancos sugirió que estabas con ellos?
T: Ni siquiera vi eso, pero si pasó de verdad, es
asqueroso. Literalmente, no hay nada peor que la supremacía blanca. Es
repulsivo. No debería haber cabida para ello. Sigo tratando de aprender sobre
política tanto como puedo, y últimamente se ha convertido en algo con lo que
estoy obsesionada, mientras que antes vivía en esa ambivalencia política,
porque la persona a la que votaba siempre era la que ganaba. Fue genial cuando
Obama fue elegido presidente porque los países extranjeros nos respetaban. Nos
hacía mucha ilusión tener a una persona digna en la Casa Blanca. Mi primera
elección fue votarle para llegar a la presidencia, y luego para reelegirlo.
Creo que muchas personas estaban un poco como yo, que no sabían que eso podía
suceder. Pero ahora mismo estoy superenfocada en las elecciones de 2020. En
cómo puedo ayudar y no obstaculizar. Tampoco quiero que resulte ser
contraproducente, porque la participación de las celebridades en la campaña de
Hillary ha sido usada en su contra de muchas maneras.
B: Hablaron mal de ti por no involucrarte. ¿Algo dentro de ti se
arrepiente de no haber dicho “joder” y haber sido más específica cuando dijiste
que votarías en las elecciones de noviembre?
T: Totalmente. Sí, me arrepiento de muchas cosas todo el
tiempo. Es como un ritual diario.
B: ¿Estabas segura de que sería contraproducente?
T: Es que lo sería. Es muy fuerte cuando legítimamente
sientes que los números han demostrado que prácticamente todos te odian. En
plan cuantificablemente. No me estoy poniendo dramática; es la verdad. Y lo
sabes.
B: Los estadios estaban llenos de gente.
T: Cierto. Pero eso fue dos años más tarde… Pienso que,
como partido, tenemos que ser más que un equipo. Con los republicanos, si
llevas esa gorra roja, eres uno de ellos. Y si vamos a hacer algo para cambiar
lo que está sucediendo, debemos mantenernos unidos. Tenemos que dejar de
fijarnos en por qué alguien está de nuestro lado o si lo están de la forma
correcta o si lo han expresado adecuadamente. No tenemos que dejar de tener un
estereotipo de demócrata correcto y otro de demócrata equivocado. Solo tenemos
que decir: “¿Tú eres demócrata? Genial. Súbete al coche. Nos vamos al centro
comercial.”
B: He aquí una pregunta chunga para ti: como superfán que
eres, ¿qué te pareció el final de Juego de Tronos?
T: Ay, madre. Le he dado mil vueltas a este tema.
Clínicamente, nuestro cerebro responde al final de nuestra serie favorita de la
misma manera que lo hace ante una ruptura. Lo leí en algún sitio. Así que no
hay forma de que algo termine y te sientas bien. Independientemente de lo que
pasara en el final, la gente se hubiera sentido mal igual solo por el hecho de
que ya se acababa.
B: Me alegré de que confirmaras que tu verso “lista de
nombres” era una referencia a Arya.
T: Me gusta sentirme inspirada por películas, espectáculos,
libros y demás. Me encanta escribir sobre cualquier personaje dinámico. No toda
mi vida va a ser tan compleja como toda esa intrincada red de personajes de las
pelis y series.
B: Hubo un tiempo en que sí lo fue.
T: Mola que digas eso.
B: ¿Crees que es cierto eso de que, dado que tu vida cada
vez tiene menos dramas, vas a tener que
inspirarte y sacar ideas de otros lugares?
T: Pues no lo siento así aún. Seguramente pase cuando forme
una familia. Si es que formo una familia. [Hace una pausa.] ¡No sé ni por qué he
dicho eso! Pero eso es lo que he escuchado de otros artistas, que a partir de
entonces protegían su vida personal mucho, por lo que tuvieron que empezar a
inspirarse en otras cosas. Pero ya te dijo, ni siquiera sé por qué lo he dicho.
Porque no tengo ni idea de cómo me va a ir la vida ni de lo que va a ser de mí.
Pero ahora mismo, siento que componer se me hace más fácil que nunca.
B: Nunca hablas de tu relación, pero sin embargo cantas
sobre ella con detalles tremendamente reveladores. ¿Qué diferencia hay?
T: Cantar sobre algo te ayuda a expresarlo de forma más
precisa. Da igual lo que sea, uno no puede simplemente decir algo en una frase
y hacer que mueva a alguien de la misma forma que si escuchara esas palabras
con la representación sonora perfecta de ese sentimiento… Es por eso que
siempre tengo ese extraño conflicto entre ser una compositora confesional y que
mi vida hace, no sé, diez años, haya sido catapultada a esa extraña cosa de la
cultura pop.
B: He oído por ahí que has dicho que la gente se interesa
mucho por qué canción va dedicada a quién, lo cual yo entiendo que, al mismo
tiempo, siendo honestos, era como un juego para ti, ¿no?
T: Desde el principio me di cuenta de que eso era algo que
siempre me iba a pasar, siempre. Cuando entiendes las reglas del juego y qué
efecto van a tener en ti, debes mirar el tablero y elaborarte una estrategia.
Aunque escribir canciones nunca ha sido un elemento estratégico en mi carrera,
ya no tengo miedo de decir que otras cosas, como comercializar un álbum, sí que
lo han sido. Y estoy harta de que las mujeres no podamos decir que tenemos
mentes empresariales estratégicas, porque los artistas masculinos sí que tienen
permiso para hacerlo. Y es por eso que estoy cansada de tener que fingir que no
soy yo el cerebro detrás de mi propio negocio. Pero claro, esa parte de mi
cerebro es distinta a la que uso para componer.
B: Has ido elaborándote tu propio negocio desde que eras
una adolescente.
T: Claro, y también me he esforzado mucho – y esto es algo
de lo que me arrepiento – por convencer a la gente de que no era yo quien
sostenía las cuerdas del títere de mi existencia comercial, o el hecho de que
me siento en una sala de reuniones varias veces a la semana y se me ocurren
todas estas ideas. Durante mucho tiempo, me dio por pensar que la gente nunca
piensa de una mujer en el mundo de la música otra cosa que no sea que se trata
de un feliz accidente con talento. Parece que estamos forzados a decir: “¡Vaya,
ha vuelto a pasar! ¡Eso quiere decir que aún lo seguimos haciendo bien! ¡Es
genial!”. Alex Morgan celebrando haber marcado un gol en la Copa del Mundo y
recibiendo solo mierda por ello es el ejemplo perfecto de por qué a nosotras no
se nos permite alardear o presumir de algo o decir algo tipo: “Pues sí, lo he
hecho yo. Se me ha ocurrido a mí.” Creo que es muy muy injusto. La gente adora
a las nuevas artistas femeninas porque son capaces de explicar el éxito de esa
mujer; es una trayectoria sencilla. Mira el final de Juego de Tronos: me vi
específicamente reflejada en la historia de Daenerys porque para mí retrataba
que para una mujer es mucho más fácil llegar al poder que mantenerlo.
B: Ya, pero ella se cargó a gente…
T: ¡Pero hombre, era una metáfora! Obviamente, no me gustó
que Daenerys se convirtiera en ese tipo de personaje, pero quitándole eso, yo
pensé que tal vez estaban tratando de hacer ver que retratarla subiendo la
escalera a la cima era mucho más fácil que manteniéndola en ella, porque para
mí, los momentos en los que sentía que me iba a volver loca era cuando trataba
de mantener mi carrera de la misma manera en que iba ascendiendo en ella. Es
más fácil obtener energía que conservarla. Es más fácil llamar la atención que
conservarla.
B: Bueno… Supongo que debemos estar agradecidos porque no te
hicieras con un dragón en 2016…
T: [en tono agresivo] ¡Que te he dicho que no me gustaba
eso de ella! Pero quiero decir, si vemos la serie…, igual eso era como una
reflexión de cómo se trata a las mujeres en el poder, cómo se conspira contra
ellas y se les atraca hasta que se sienten así – en medio de un caos en el que
se preguntan qué es lo que ha cambiado. Pues algo parecido me ha pasado a mí
como 60 veces a lo largo de mi carrera, que pensaba: “Oye, el año pasado te
gustaba… ¿Qué ha pasado para que ya no lo haga? Supongo que cambiaré de nuevo
con tal de mantener a todo el mundo entretenido.”
B: Una vez dijiste que tu madre no te castigaba de pequeña
porque ya lo hacías tú sola. Esa idea de cambiar ante las críticas y querer
tener siempre la aprobación es parte de querer ser buena, ¿verdad? Bueno, lo
que sea. Pero eso parece que es una fuerza impulsora en tu vida.
T: Pues sí, eres bueno, ¿eh? A ver, la cuestión que se me
planteó fue: si sigues tratando de hacer cosas buenas, pero todo el mundo las
ve de una manera cínica y asumen que se hacen sin motivación y con malas
intenciones, ¿seguirías haciendo cosas buenas, aunque nadie las viera como tal?
Y la respuesta es sí. La crítica constructiva es útil para el crecimiento de mi
personaje. La crítica sin fundamento es algo que ahora me entra por una oreja y
me sale por la otra.
B: Esos son pensamientos supersanos… ¿Habla la terapia o es
solo la experiencia?
T: Nunca he estado en terapia. Hablo mucho con mi madre,
porque es quien ha sido testigo de todo. Es que… Dios, se requiere de mucho
tiempo para contarle a una persona mis últimos 29 años de vida, y mi madre es
la única que ha visto todo. Ella sabe justo de dónde vengo. Y hablamos sin
parar. Hubo momentos en los que tenía días muy muy muy malos en los que lo
único que hacíamos era hablar por teléfono durante horas y horas. Escribía algo
que quería decir, y en lugar de publicarlo en redes, se lo leía y ya.
B: Todo esto me recuerda por algún motivo al verso de
Daylight “He cruzado mil líneas imperdonables” – como un tipo de confesión
diferente.
T: Me alegra que te guste ese verso, porque eso es algo que
me jode mucho, que eches la vista atrás y te des cuenta de que, sea lo que sea,
arruinas las cosas. Hay personas que estuvieron en tu vida y ya no – y no hay
nada que puedas hacer al respecto, ni para cambiarlo, ni para arreglarlo.
Anoche les conté a mis fans que, a veces, en mis días de bajón, siento que mi
vida es un montón de basura acumuladas por los malos titulares o las cosas
malas que han pasado, o los errores que he cometido, o los clichés o rumores o
cosas así que la gente piensa o ha pensado de mí en los últimos 15 años. Y, es
más, esa idea es parte del videoclip de Look What You Made Me Do, en el que
aparecen literalmente un montón de antiguas yo luchando entre sí. Pero sí, ese
verso en concreto es un indicativo de mi ansiedad por que todo en mi vida no
siempre sale bien. Muchas veces, haces una llamada que no deberías o tomas una
decisión equivocada. O dices algo que no debes. O haces daño a una persona,
incluso sin querer. Y realmente no sabes cómo arreglar todo eso. Menos aún
cuando ya tienes 29 años.
B: Voy a demostrar que trabajo para la Rolling Stone un segundo: por
ahí hay un verso de Springsteen que dice: “Tío, no hay nadie que se vaya de
este mundo / Sin la camisa manchada o las manos llenas de sangre.”
T: ¡Es buena esa, es buena! Nadie pasa de una pieza. Creo
que es algo difícil de entender para mucha gente. Y sé que fue difícil para mí,
porque crecí pensando: “Si soy amable y trato de hacer lo correcto…, ya sabes,
lo petaré allá donde vaya.” Pero resulta que no.
B: Hablando del tema, es interesante considerar I Did
Something Bad.
T: Mola que lo digas porque es algo con lo que yo misma me
he tenido que reconciliar, ese “complejo de buena”. Porque siempre, desde
pequeña, he intentado ser amable con todo el mundo, una buena chica. Y a veces,
no te tratan bien. ¿Y qué respondes tú cuando no lo hacen? Porque no puedes
quedarte sentado y mirar cómo pasa y ya está. I Did Something Bad iba de hacer
algo que estaba en contra de lo que normalmente haría. Katy [Perry] y yo
estuvimos hablando una vez de las etiquetas que nos ponen… [Risas]
B: Qué frase más genial.
T: [Risas] Te odio. Estuvimos hablando del tema durante una
larga conversación que tuvimos cuando volvimos a llevarnos bien y eso. “Si
ahora mismo estuviéramos tomando vino, estaríamos llorando.” Porque en realidad
estábamos tomando té. La verdad es que hemos tenido muy buenas conversaciones
ella y yo.
Hemos hablado de cómo hemos tenido malentendidos con
personas del pasado en general, ni siquiera entre nosotras específicamente.
Ella me decía: “Yo soy Escorpio. Los Escorpio solo atacan cuando se sienten
amenazados.” Y yo le contesté: “Bueno, yo soy una arquera (Sagitario). Nosotros,
literalmente, retrocedemos, evaluamos la situación, procesamos cómo nos
sentimos al respecto, levantamos un arco, tiramos hacia atrás y disparamos la
fecha.” Son maneras totalmente distintas de procesar el dolor, la confusión y
los errores. Y es por eso que a veces he tardado en sentir que algo me duele y
luego decir que me duele. ¿Me explico?
Con el vídeo de los VMA 2019, me quedo literalmente
bloqueada. Vuelvo a estar allí, parada. Y así es como controlo cualquier
molestia o cualquier cosa que me duela. Vuelvo al lugar y me bloqueo. Y luego,
cinco minutos después, caigo en cómo me siento. En el momento, probablemente
estoy exagerando demasiado. Luego, lo proceso, y en cinco minutos, si se me ha
pasado, pienso que es parte del pasado y que solo estaba exagerando. Que todo
está bien y que puedo superarlo. Pero cuando lo que ha ocurrido es algo malo
malo de verdad, o algo que me ha molestado o dolido de verdad, solo soy
consciente tiempo después de que pase. Porque es algo a lo que seguramente le
he dado muchas vueltas. Y eso es algo en lo que tuve que trabajar bastante.
B: Podrías terminar haciéndote luz de gas a ti misma.
T: Pues seguramente. Porque hay muchas situaciones en las que,
si hubiera dicho lo primero que se me hubiera venido a la mente, la gente se
hubiera sorprendido. Y tal vez me habría equivocado. Así que hace un par de
años empecé a trabajar en responder a mis emociones de una manera más rápida. Y
me ayudó de verdad. Me ayudó mucho porque muchas veces entras en discusiones.
Pero el conflicto en el momento es mucho mejor que el combate tras el suceso.
B: Bueno, pues gracias.
T: Siento que acabo de terminar una sesión de terapia. Como
alguien que jamás ha estado en terapia, puedo asegurar que ha sido la mejor
sesión que he tenido.
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Fuente: Rolling Stone
que buen blog
ResponderEliminarQue rica entrevista
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