ARTÍCULO: Entrevista para Vogue Magazine (Edición Septiembre 2019)

Taylor Swift habla sobre el sexismo, el control y el defenderse a sí misma

Por Abby Aguirre


ES DOMINGO POR LA TARDE en Tribeca, y estoy en el ático de Taylor Swift, en el interior de una antigua imprenta que ella misma ha restaurado y reforzado en un santuario hecho de ladrillo, terciopelo y caoba. La sala es cálida, acogedora y vagamente literaria; más tarde, cuando atravesemos su habitación de camino al jardín, el 10% de mi cerebro creerá que su armario abre las puertas a Narnia. Descalza, con un top de flores de color vino y pantalones fluidos a juego, Swift está escribiendo alguna contraseña en un portátil para enseñarme el videoclip de You Need to Calm Down, ocho días antes de revelarlo al mundo.

Me hago una ligera idea de lo que voy a ver. Unas semanas antes, estuve en la grabación del videoclip un día, en un polvoriento campo de chatarra al norte de Los Ángeles. Swift lo había convertido en una especie de campamento de caravanas llenas de color y gente gay, un lugar superguay de Technicolor. El elenco y el equipo llevaban gafas con forma de corazón emoji de ojos cariñosos, y un buzón en el decorado advertía de SOLO CARTAS DE AMOR.


Swift y un montón de coprotagonistas filmaron seis escenas durante una docena de horas. La cantante y compositora Hayley Kiyoko, conocida por sus fans como la "Jesus Lesbiana", aparecía disparando una flecha al blanco de una diana. La comediante y cocinera de YouTube Hannah Hart bailaba junto a Dexter Mayfield, el modelo masculino de talla grande que se describe a sí mismo como "un niño grande con tacones". El patinador olímpico Adam Rippon servía cucuruchos helados con sirope rojo. Swift y su íntimo amigo Todrick Hall, de Kinky Boots y RuPaul: Reinas del drag, se tomaban el té con el elenco de Queer Eye.


El ambiente era alegre y relajado. Pero al final del día, no estaba muy segura de si aquello sería todo. Hubo escenas y cameos que yo no podría ver. Por razones de seguridad, la canción no se reprodujo por altavoces (el elenco llevaba pinganillos). Incluso la mejor escena, en la que Swift y Hall pasean por ese paisaje de ensueño agarrados del brazo durante la hora dorada, se grabó casi en completo silencio.


Durante las siguientes semanas, traté de elaborar una teoría. De casualidad. En la diana aparecía un número 5, así que hice una búsqueda rápida para averiguar qué podría significar. Al rato, ya no me lo podía sacar de la cabeza.


Swift tiene un don para los símbolos. Ya sabía que había estado metiendo mensajes secretos en notas y desplegando metáforas como estribillos desde su debut homónimo en 2006, mucho antes de que su megafama la convirtiera en un símbolo de la supremacía pop. Pero no tenía ni idea de cuán codificada y bizantina se había vuelto su forma de trabajar; aún no había aprendido, como sí hicieron sus fans, a ver mensajes ocultos en todas partes. Por ejemplo: en el videoclip de Look What You Made Me Do, una lápida en la escena del cementerio tenía escrito NILS SJOBERG, el pseudónimo que Swift usó como crédito para componer el éxito de Rihanna This Is What You Came For, un guiño de la música sueca a los magos de pop de dicho país.


Tras una cantidad excesiva de investigaciones un amigo me dijo de broma que podría haber aprendido mandarín en todo el tiempo que pasé tratando de desempaquetar la obra de Swift, no estaba ni siquiera un poquito cerca de tener una teoría. La música pop tiene un montón de niveles, pero la de Taylor Swift va aparte. Entenderla es como entender la física cuántica.


Mi primer indicio de lo que trataría su nuevo álbum, Lover, llegó justo después de la medianoche el 1 de junio, el primer día del Mes del Orgullo, cuando Swift presentó una petición en apoyo a la Ley de Igualdad Federal. Esta legislación enmendaría la Ley de Derechos Civiles para prohibir la discriminación basada en la identidad de género y la orientación sexual. (Ha sido aprobada por la Cámara, pero las expectativas en el Senado de Mitch McConnell aún no están claras.) Swift publicó también una carta abierta al Senador republicano de Tennessee Lamar Alexander, pidiéndole su voto a favor. La solicitud, con su propio encabezado personal (Nacida en 1989. AMANTE DE LOS GATOS.) denunciaba al Presidente Trump por no apoyar la Ley de Igualdad. "Personalmente, rechazo la postura del Presidente", escribía en ella Swift.


De vuelta en la cocina, Swift le da al play. "La primera estrofa va de los trolls y la cultura de cancelar a la gente", dice. "La segunda trata sobre las personas homófobas y la gente que hace piquete en el exterior de nuestros conciertos. La tercera, sobre cómo hacen que las mujeres de éxito se enfrenten entre sí."



El videoclip es, para los swifties eruditos, un texto enriquecido. Había seguido las suficientes pistas como para averiguar correctamente algunos de los demás cameos: Ellen DeGeneres, RuPaul, Katy Perry. Sentí la misma satisfacción de un jugador que sube de nivel ¡logro desbloqueado! La pantalla final del videoclip muestra a los espectadores la petición de Swift en charge.org en apoyo a la Ley de Igualdad, que ya ha recogido más de 400.000 firmas incluidas las de Cory Booker, Elizabeth Warren, Beto O'Rourke y Kirsten Gillibrand—, cuatro veces el número que se requiere para obtener una respuesta de la Casa Blanca.

"HACE COMO UN AÑO O DOS, Todrick y yo íbamos en el coche, y él me preguntó: "¿Qué harías si tu hijo fuera gay?"".

Estamos arriba en el jardín secreto de Swift, cómodamente instaladas en una canasta a escala humana con la forma de un capullo. Swift ha sacado una tabla de embutidos adornada y está felizmente untando queso en crema Brie en unas galletitas saladas. "Solo el hecho de que tuviera que preguntármelo... me sorprendió mucho, y ahí me di cuenta de que no había dejado mi posición lo suficientemente clara", dice. "Si mi hijo fuera gay, sería gay. No entiendo la pregunta."

He presionado un poco a Swift con este tema, y sus respuestas han sido directas, nada preparadas o escritas. Me da la sensación de que le gusta hablar conmigo tanto como disfrutaría de que le estuvieran haciendo una endodoncia, pero es incansablemente educada, y cuando empecemos a charlar de música, se le iluminará la cara y añadirá pequeñas frases melódicas a su discurso, claramente su idioma preferido.

"Si él pensaba eso, no puedo ni imaginarme lo que mis fans de la comunidad LGBTQ podrían estar pensando", continúa diciendo. "Fue un poco devastador para mí darme cuenta de que no había sido públicamente lo suficientemente clara al respecto."

Yo entiendo por qué se sorprendió tanto; llevaba enviando señales pro-LGBTQ desde al menos 2011. Muchas han sido sutiles, pero ninguna insignificante, especialmente para una joven estrella del country salida de Nashville.

En el videoclip de su single Mean (de Speak Now, lanzado en 2010), vemos a un chico en el vestuario de un colegio, vestido con un suéter de color lavanda y una pajarita, rodeado de jugadores de fútbol americano. En Welcome to New York, el primer tema de 1989, hay un verso que dice: "Y ahora puedes querer a quien quieras, chicos y chicos y chicas y chicas". Dos años más tarde, Swift hizo una donación para el recién creado Monumento Nacional Stonewall y le entregó a Ruby Rose un premio GLAAD Media. Todas las noches de la gira reputation, el año pasado, dedicaba su canción Dress a Louie Fuller, la pionera abiertamente gay de la danza y la iluminación teatral, que capturó la imaginación del "fin de siglo" de París.

Swift, a quien siempre se ha criticado por mantener su postura política en secreto, adoptó por primera vez una posición explícita un mes antes de las elecciones parciales de 2018. En Instagram, respaldó a los demócratas para la Legislatura de Tennessee y se dirigió la candidata republicana que se postulaba al Senado, Marsha Blackburn. "Ella opina que las empresas tienen derecho a rechazar su servicio a las parejas homosexuales", escribió Swift. "También cree que no deberían tener derecho a casarse. Y estos no son mis valores de Tennessee."

Swift dice que dicha publicación fue en parte para ayudar a sus fans jóvenes a entender que, si querían votar, tenían que registrarse. Para decirles, como ella expresa, "Oye, para que lo sepáis, no podéis llegar y votar sin saber." Según Vote.org, unos 65.000 nuevos votantes se registraron durante las 24 horas siguientes a su publicación.

Trump salió en defensa de Blackburn al día siguiente. "Es una mujer maravillosa", dijo a la prensa. "Estoy seguro de que Taylor Swift no sabe nada de ella. Digamos que ahora me gusta la música de Taylor un 25% menos."


En abril, impulsada por una serie de proyectos de ley anti-LGBTQ en Tennessee, Swift donó 113.000 dólares al Proyecto de Igualdad de Tennessee, que aboga por los derechos LGBTQ. "Horrible", dice sobre la legislación. "No lo llaman 'pizarra de odio' por nada". A Swift le gustó especialmente que el Proyecto de Igualdad de Tennessee hubiera organización una petición de líderes religiosos en la oposición. "Me encantó cómo se miró también desde una perspectiva religiosa".


Mientras tanto, el videoclip del Calm Down hizo que un pastor de Colorado llamara a Swift "una pecadora que necesita desesperadamente a un salvador" y advirtió de que "Dios la eliminará". El videoclip también ha revivido un acalorado debate dentro de las comunidades LGBTQ sobre la política de alianzas y corporativización del Orgullo. Algunos críticos argumentaron que las imágenes y letras pro-LGBTQ de Swift habían llegado tarde y de la nada una reacción que la nueva erudita de Swift que había en mí encontró desconcertante. ¿Es que no habían prestado atención o qué?


Tampoco me pareció fuera de lugar que Swift aprovechara su poder para una causa. Ella eliminó su catálogo de Spotify en 2014 por una cuestión de compensación a los artistas. Lanzó una mirada furtiva a Apple en 2015 cuando la compañía advirtió de que no iba a pagar a los artistas cuando lanzasen música en su servicio. (Apple reculó de inmediato.) Como condición de su contrato con el Grupo Universal Music el año pasado, la discográfica prometió que distribuiría las ganancias de cualquier venta de sus acciones de Spotify entre todos sus artistas. Y este verano, Swift desafió a Scott Borchetta, fundador del grupo discográfico Big Machine, por vender todo su trabajo al gerente musical Scooter Braun. (Cuando le pregunto a Swift si intentó sacar su música de Big Machine, se le desploma el cuerpo con una pesadez hasta palpable. "Tenía que invertir o en mi pasado o en mi futuro, y el de otros artistas, y me quedé con el futuro", dice sobre el trato que hizo con Universal.)

El testimonio contundente de Swift durante su caso de agresión sexual en 2017 contra un DJ de radio, meses antes de que se abriera el juicio #MeToo (#YoTambién), me pareció (a mí y, me imagino, a muchas otras mujeres) profundamente político. Swift acusó al DJ, David Mueller, de tocarle por debajo de la falda durante una sesión de fotos en 2013. Su equipo informó sobre el incidente a su jefe, quien le despidió. Mueller negó la acusación, demandó a Swift por 3 millones de dólares y su caso fue desestimado. Swift, entonces, lo demandó a él por un simbólico dólar y ganó.


En la sala del tribunal de Colorado, Swift describió el incidente: "Noté cómo me puso la mano en el culo", mientras alguien hacía la foto. Cuando se le preguntó por qué la foto, al estar de frente, no mostraba nada de eso, ella respondió: "Porque tengo el culo por detrás." Cuando después se le preguntó si se sentía mal por que el DJ hubiera perdido su trabajo, contestó: "No voy a permitir que ni usted ni su cliente me haga sentir que esto ha sido mi culpa. Estamos aquí, años después, y se me está culpando de hechos desafortunados de su vida que son el producto de sus decisiones, no de las mías."


Cuando TIME incluyó a Swift en la portada de su edición de ese año "Rompedores del Silencio", la revista le preguntó cómo se sintió durante su testimonio. "Estaba muy enfadada", dijo. "En ese momento, decidí renunciar a cualquier formalidad y dedicarme simplemente a responder a todo tal cual pasó... Me dijeron que fue la mayor cantidad de veces que alguien había dicho la palabra 'culo' en el Tribunal Federal de Colorado."


Desde entonces, Mueller le ha pagado el dólar a Swift con una moneda Sacajawea. "Se estaría riendo de mí, porque yo había sido justa conmigo misma y me empeñé en perseguir el feminismo vengativo. Eso es lo que deduzco de que me diera una moneda Sacajawea", dice Swift. "U oye, tal vez estaba haciendo honor a una poderosa mujer nativa americana. La verdad es que no le pregunté." ¿Y dónde está la moneda ahora mismo? "La tiene mi abogado."


Le pregunto que por qué ahora es el momento de pronunciarse más sobre los derechos LGBTQ. "Los derechos están siendo despojados de básicamente cualquiera que no sea un hombre blanco cisgénero hetero", dice. "No había dado cuenta hasta hace poco de que realmente podía abogar por una comunidad de la que ni siquiera soy parte. Aunque es difícil saber cómo hacerlo sin tener tanto miedo de cometer un error que te deje congelada. Porque mis errores son muy fuertes. Cuando cometo alguno, resuena en los cañones de todo el mundo. Es como un clickbait, y es parte de la historia de mi vida y de mi carrera."


Yo diría que ninguna mujer escucharía You Need to Calm Down y pensaría que es solo un himno gay. "Cálmate" es justo lo que los hombres controladores le dicen a las mujeres que se enfadan con ellos, que les llevan la contraria, o que "se ponen histéricas", o que, digamos, temen por su seguridad física. Y eso es lo que el cantante de Panic! at the Disco, Brendon Urie, le dice a Swift al principio del videoclip de ME!, haciendo que ella le grite: "¡Ya estoy calmada!".



No me puedo creer que fuera una coincidencia que Swift una friki de los números que cuadran con fechas, lanzara el single cuyo bajo lento e incesante seguramente lo petará en los estadios de todo el mundo en 2020 si se va de gira, el 14 de junio, fecha de nacimiento de cierto presidente.

ES ENRIQUECEDOR leer 13 años de cobertura de Taylor Swift, todas sus grandes críticas, todos sus grandes logros, del tirón. Te das cuenta de muchas cosas.

De cómo de rápido Swift pasó de ser un "prodigio" (The New Yorker) y una "experta en la composición de canciones" (Rolling Stone) a ser elemento sensacionalista, por ejemplo. O de lo sospechosa que hace parecer su ambición una vez adquiere poder real.

Otros puntos de la trama se ven distintos a la luz del #MeToo. Es difícil creer que las canciones de Swift sobre sus ex puedan ser examinadas hoy día desde el punto de vista sensacionalista. Me pregunto si, en 2019, algún hombre se atrevería a quitarle el micrófono de las manos a alguna mujer joven durante una entrega de premios. Me quedé embobada mirando al vacío durante un buen rato hasta que caí en que Pitchfork no hizo ningún análisis de 1989 de Taylor Swift, pero sí del álbum cover de Ryan Adams de 1989 de Taylor Swift.

Le pregunto a Swift si ella siempre había sido consciente del sexismo. "Pienso mucho en ello", dice. "Cuando era adolescente, escuchaba a la gente hablar del tema del sexismo en la industria de la música, y yo diría que no lo veo. Que no lo entiendo. Y entonces me di cuenta de que era porque era solo una niña. Porque los hombres en la industria me veían como a una niña. Era una chica larguirucha, escuálida y llena de ilusión que les recordaba más a su sobrina pequeña o a su hija que a una mujer con éxitos en los negocios o a una compañera de trabajo. El segundo en que me convertí en una mujer de verdad, a ojos de la gente, fue cuando yo empecé a verlo."

"Está bien infantilizar el éxito de una niña y decir: "Qué guay que tenga algunas canciones que son temazos", continúa diciendo. "Qué guay que escriba sus propias canciones... ¿Pero qué pasa cuando la cosa se vuelve grande de verdad? En cuanto empecé a tocar en estadios, que fue cuando comencé a parecer una mujer de verdad, eso ya no era tan guay. Esa época cuando los grandes temas de Red, como I Knew You Were Trouble y We Are Never Ever Getting Back Together, que se escuchaban en todo el mundo."

Pero esas canciones también son más asertivas que las de antes, digo yo. "Exacto, la perspectiva entonces ya era diciendo desde el momento en que dije por primera vez: 'Supe que serías un problema en cuando me entraste'. Básicamente, me manipulaste emocionalmente, y eso no me gustó nada. No tuvo ninguna gracia."


Tengo que preguntarme si pasar o no por alto el tema de la composición, por si que le analicen continuamente los temas no fue ya el mayor fastidio. "Me daban ganas de decirle a la gente: "¿Os dais cuenta de que escribir canciones es un arte y un oficio, y no algo superfácil de hacer? ¿O al menos, no superfácil de saber hacer bien?" Es que la gente reaccionaba como si esa fuera mi arma para atracar. Como un truco sucio y barato. "Cuidado, tío, te va a escribir una canción. No te acerques mucho a ella." En primer lugar, no es así como funciona la cosa. En segundo lugar, recuérdame una situación en la que se le haya dicho lo mismo de un artista masculino: "Cuidado, chica, a ver si va a utilizar lo que habéis tenido para, Dios no lo quiera, inspirarse para hacer arte."


Sin lugar a dudas, el tenor de la Narrativa de Taylor Swift cambió drásticamente en julio de 2016, cuando Kim Kardashian West la llamó "serpiente" en Twitter y publicó clips de Swift y Kanye West discutiendo sobre la letra de su canción Famous. (No es necesario recordar los detalles en este artículo. Basta con decir que la versión de los hechos de Swift no ha cambiado: sabía de algunos de los versos, pero no de otros, más concretamente, de las palabras "esa perra"). Las publicaciones dieron lugar a varios hashtags, incluidos #TaylorSwiftIsASnake (#TaylorSwiftEsUnaSerpiente) y #TaylorSwiftIsCanceled (#TaylorSwiftHaSidoCancelada), que rápidamente se convirtieron en una campaña de meses para "cancelar" a Swift.


A día de hoy, Swift cree que la gente aún no comprende la repercusión que tuvo ese término. "Una vergüenza pública masiva, con millones de personas que pensaban que había quedado como la mala, es una experiencia muy aislante", dice. "No creo que haya mucha gente que entienda de verdad lo que es tener a millones de personas que dicen públicamente que te odian". Añade: "Cuando alguien dice que alguien ha sido cancelado, no se trata de ningún programa de la tele. Es un ser humano. Se envían cantidades masivas de mensajes a esa persona diciéndole que se calle, que desaparezca, o incluso, que se suicide."


Algo tenía que cambiar. "Me di cuenta de que necesita reestructurar mi vida porque me sentía completamente fuera de control", dice Swift. "Supe de inmediato que tenía que hacer música al respecto porque sabía que era sería la única manera en la que podría sobrevivir. Era la única manera en que podría conservar mi salud mental, y además contar la historia de lo que es pasar por algo tan humillante."


Me hago una idea del latigazo cervical que Swift experimentó cuando noté que, unos meses antes de esta dura prueba, mientras escribía las canciones que conformarían su álbum reputation y mientras luchaba contra la demanda de Mueller—, parte los medios e Internet empezó a pedir explicaciones de por qué no había roto su silencio para hablar sobre las elecciones presidenciales.


Sobre eso, dice: "Desafortunadamente, en las elecciones de 2016 hubo un oponente político que hablaba de la idea del respaldo entre celebridades. Iba por ahí diciendo: 'Yo soy un hombre del pueblo. Estoy aquí por vosotros y me preocupo por vosotros.' Y yo sabía que no iba a poder ayudar en nada. Además, el verano de antes de esas elecciones, todo el mundo decía que era supercalculadora. Que era manipuladora. Que no era como parecía ser. Que era una serpiente. Y una mentirosa. Los mismos insultos que la gente le lanzaba a Hillary. ¿Si yo la hubiera respaldado en ese momento, hubiera sido un aval o una responsabilidad mayor? Para que dijeran: 'Mira, Dios los cría y ellos se juntan. Mira, las dos mentirosas juntas.' Literalmente, millones de personas me pedían que desapareciera del mapa. Así que eso fue lo que hice: desaparecer. En muchos sentidos."



Swift hizo un adelanto de reputation en agosto de 2017, con Look What You Made Me Do. El single se lanzó con un vídeo de letra cuya imagen central era una uróboros una serpiente que se traga su propia cola, un antiguo símbolo sobre la renovación continua. Swift eliminó todo el contenido de sus redes sociales y comenzó a publicar clips de una serpiente reptando. La canción era pura retórica e ironía musical. (Para que no haya duda, el estribillo era un interpolación del clasicazo camp de los 90 I’m Too Sexy, de Right Said Fred.) Sin embargo, la mayoría de los críticos lo interpretaron como una granada lanzada hacia la dirección general de Calabasas.

El crítico musical veterano de Nashville Brian Mansfield tenía una opinión más plausible: había escrito sarcásticamente como la “Taylor Swift” retratada en los medios de comunicación en un intento de tener privacidad. “Si este es el personaje que me habéis creado, dejadme ahora que me esconda tras él”, dice ahora sobre dicho personaje. “Siempre usé esa metáfora cuando era más joven. Cada vez que me reinventaba, nunca quise derribar mi casa. Porque fui yo quien la construyó. Esa casa es, metafóricamente hablando, todo mi trabajo, mis composiciones, mi música, mi catálogo, mi biblioteca. Yo solo quise redecorarla. Y creo que un montón de gente, pensó que, con reputation, había derribado esa casa. Pero no; en realidad, acababa de construir un búnker a su alrededor.”

ESTE MARZO, las serpientes comenzaron a transformarse en mariposas, y la paleta de colores vampíricos en tonos pasteles. Cuando un enorme brote de flores silvestres atrajo a un cautivador diluvio de mariposas monarca en Los Ángeles, Swift lo marcó con una publicación en Instagram. Esa noche, asistió a los iHeart Radio Music Awards vestida con un mono corto de lentejuelas y sandalias de tacón con un adorno de alas brillantes.

Swift anunció el single ME! un mes después, con un mural de mariposas enorme en Nashville. En el videoclip del tema de estilo (claramente) pop bubblegum, una serpiente de color rosa pastel estalla en un caleidoscopio de mariposas. Una de ellas se dispersa revoloteando hasta la ventana del apartamento en que Swift está discutiendo en francés con Urie. Un tocadiscos suena de fondo. “Es una versión instrumental de 1940 de You Need to Calm Down”, dice Swift. Más tarde, en el videoclip del Calm Down, Swift aparece con un tatuaje (falso) en la espalda de una serpiente rodeada de mariposas.

Y eso son solo dos canciones, gente. Lover, que se lanzará al mercado el próximo 23 de agosto, tendrá un total de 18. “Me pasé mucho tiempo recopilando ideas”, dice Swift. “Cuando me puse a componer, no podía parar.” (Suponemos que el actor británico Joe Alwyn, quien lleva casi tres años siendo pareja de Swift, le sirvió un poco de inspiración.)

Me veo obligada a preguntarle a Swift, dado lo en paz que parece estar, si en parte no está agradecida por que, si no es por la Gran Cancelación de 2016, ahora no sería la persona que es: sabiendo quiénes son sus amigos de verdad y teniendo claro qué es qué. “Pasar por una pérdida o algo que te avergüenza es un proceso de duelo con mil microemociones diarias. Una de las razones por las que no di entrevistas durante la era reputation fue que era incapaz de entender mis propias emociones de una hora para otra. A veces pensaba: “Todo esto me ha enseñado algo que nunca hubiera aprendido si no me hubiera dolido tanto.” Cinco minutos después, diría: “Ha sido horrible. ¿Por qué me ha tenido que pasar esto a mí? ¿Qué conclusión se supone que tengo que sacar de todo esto, aparte de esta gran humillación?” Y luego, otros cinco minutos más tarde, pensaría: “Creo que podría ser más feliz de lo que nunca he sido.”

Continúa diciendo: “Es raro tratar de ser consciente de ti mismo cuando ya te han etiquetado como “la novia de América, la chica que siempre sonríe”, para que luego te la quiten y te des cuenta de que en realidad está bien que lo hayan hecho, porque es algo extremadamente limitante.” Swift se recuesta en el capullo y sonríe: “No voy a dar las gracias por que me pasara lo que me pasó. Jamás. Pero es mejor encontrarle aspectos positivos. Aunque no, nunca escribiré una nota de agradecimiento al respecto.”

Aunque la gente interpretará el abrazo entre las patatas fritas Swift y la hamburguesa Perry como un comunicado de prensa que afirma que ambas ya han hecho las paces, Swift dice que en realidad era un guiño a cómo los medios buscan enfrentar a las grandes artistas pop entre sí. Cuando Perry le envió a Swift una rama de olivo (real) como regalo el año pasado, esta le pidió aparecer en su videoclip: “Me respondió: “Me hace mucha ilusión, así que por supuesto que sí. Quiero que demos ese ejemplo. Pero antes quiero que pasemos algo de tiempo juntas. Porque quiero sea real de verdad.” Y entonces vino a casa y estuvimos hablando durante horas.”

Decidimos que la metáfora para explicar lo que sucede con los medios”, dice Swift, “es que eligen a dos personas, y es como si se dedicaran a verter gasolina por todo el suelo. Un solo movimiento en falso, una mala palabra o un malentendido, y encenderán una cerilla y la tirarán. Justo eso es lo que nos pasó a nosotras. Decían continuamente: ¿Quién es mejor de las dos? ¿Katy o Taylor? ¿Katy o Taylor? ¿Katy o Taylor? Había tanta tensión que te resultaba imposible pensar que realmente una tenía algo en cuenta de la otra.”

Por otro lado, los protestantes que aparecen en el videoclip hacen referencia a un grupo religioso de la vida real que hace piquetes en el exterior de los conciertos de Swift, no a la clase trabajadora blanca en general, como algunos han asumido. “Muchos otros artistas también los tienen en sus espectáculos, y son algo súper confuso y exasperante de aguantar en conciertos tan llenos de energía”, me cuenta. “Obviamente, no voy a mencionar el nombre de la entidad real que son, porque se emocionarían demasiado. Y darles publicidad no está en mi lista de prioridades ahora mismo.”

En algún momento de la entrevista, Swift me pregunta si me gustaría escuchar otras dos canciones del nuevo álbum. Primero, pone Lover, el tema principal, co-producido por Jack Antonoff. “Esta tiene uno de mis puentes favoritos”, dice. “Me encantan los puentes y he tenido la oportunidad de ir a Bridge City.” Se trata de una cosita súper romántica, evocadora, deslumbrante y personal: el clásico Swift. “He prestado mi corazón y el tuyo se ha vuelto azul.”, dice el tema. “Al final todo saldrá bien, siempre que acabe a tu lado.”

Después, Swift pone otro tema que “juega con la idea de la percepción”. A menudo, se preguntaba cómo escribiría y qué se diría de ella si fuera un hombre, “así que escribí esta canción, llamada The Man. Es una especie de experimento mental: Si hubiera tomado las mismas decisiones, y hubiera cometido los mismos errores y conseguido los mismos logros, ¿cómo se interpretaría?”. Segundos más tarde, los auriculares de Swift bombean un ritmo pop sintetizador en mi cabeza: “Sería un líder sin miedo, un tipo alfa. Cuando todos te crean, dirán: ¿Cómo ha sido eso?”.

Swift compuso los dos primeros singles junto con Joel Little, más conocido como uno de los productores favoritos de Lorde. (“En cuanto a la composición de canciones, ella es el pináculo”, dice Little de Swift.) Al parecer, el álbum incluirá más nombres importantes. Un cuadro de las Dixie Chicks al fondo en el videoclip de ME! seguramente presagia una colaboración. Si los fans han sabido interpretar correctamente una de las chapas de la chaqueta vaquera que Swift llevaba para la portada de una revista hace poco, también podríamos esperar otra con Drake.

Hace poco, Swift anunció que hará una colección de moda en colaboración con Stella McCartney. “Nos conocimos en uno de sus conciertos”, dice McCartney. “Luego, pasamos una noche de chicas y nos aventuramos a ello. Iremos a pasarelas en Londres y charlaremos de todo un poco: de la vida y del amor.” (De momento, Swift no piensa en nada más relacionado con la moda. “Me encanta el trabajo que tengo ahora mismo”, me cuenta. “Mi foco principal es la música.”) Ah, y por cierto, ¿quién se ha fijado en el “5” de la diana? Resulta que la pista número 5 se llama The Archer.

Sin embargo, algo me dice que la pista más esclarecedora para saber interpretar tanto Lover como reputation podría ser Loie Fuller, la bailarina a quien Swift rindió homenaje en su gira. Como Swift señaló en su Jumbotron, Fuller “luchó por que los artistas fueran dueños de su propio trabajo”. Fuller usaba tela giratoria y luces de colores para metamorfosearse en el escenario, haciendo un “juego del escondite ilusionista” con su público, como alguien dijo por ahí. Se convirtió en una musa para los Simbolistas en París, donde Jean Cocteau escribió que creó “el fantasma de una época”. El efecto, según el poeta Stéphane Mallarmé, se trataba de un “mareo del alma hecho visible por un artificio”. La obra más famosa de Fuller se llama “Danza Serpentina”. La segunda más famosa, “Danza Mariposa”.

SWIFT APENAS HA DESCANSADO algo desde finales de 2017, pero lo poco que lo ha hecho ha sido entre Nueva York, Nashville, Los Ángeles y Rhode Island, lugares donde dispone de residencias además de en Londres. En un ensayo publicado a principios de este año, reveló que su madre, Andrea Swift, está luchando contra el cáncer por segunda vez. “Ha tenido una recaída”, dice Swift, pero se niega a entrar en detalles. “Estamos pasando por ello.”

A finales de año, protagonizará la adaptación cinematográfica del musical de Andrew Lloyd Webber Cats como Bombalurina, la gatita parda coqueta. “Nos adaptaron al tamaño de un gato agrandando el del mobiliario”, dice. “Apenas podía llegar a la silla para sentarme; era genial. Me sentí como una niña pequeña.”

Pero antes de eso, pasará gran parte del verano preparando sus “sesiones secretas”, una tradición en la que Swift invita a cientos de fans a sus diferentes hogares para escuchar su nueva música. “Nunca me han dado una sola razón para dejar de hacerlo”, dice. “Ni una.”

Y por cierto, hablando de los fans: a los más interesados en el tema les gustaría saber si Swift ha dejado alguna pista sobre Lover en esta entrevista. Para todos vosotros, re-escuché el audio y me di cuenta de algunas cositas que hicieron que mi recién adquirido sentido swiftie se estremeciera.

En algún momento de nuestra conversación, comparó el estrellato en la era digital con una casa de muñecas, una en la que “los mirones pueden juntarte con quien quieran, y pueden decidir quiénes son tus mejores amigos, y pueden saber dónde estás todo el tiempo”. La metáfora era precisa y vívida y, bueno, quizá un poco rebuscada como para que se le hubiera ocurrido sobre la marcha. (Además, hay un verso en la letra de ME! que dice: “Muñeca, cuando se trata del amor, te prometo que jamás encontrarás a nadie como yo.”)

Y luego estaba el globo: un globo dorado gigante con forma de número 7 que flotaba mientras estábamos en su terraza, con motivo de su séptimo álbum. Le pregunté, “¿Es una L?”, a lo que me respondió: “No, porque, mira, la cuerda cuelga de la parte de abajo.”

Podría parecer un gesto simbólico demasiado obvio, puesto ahí expresamente para esta entrevista, si no fuera por lo imposible que parece. Swift me dejó controlar los tiempos de casi todo. Además, el siete dorado no flotaba desde la acera. Ya iba por el cielo, viniendo lentamente hacia nosotras desde la calle. Ella habría tenido que controlar el viento, o al menos haberlo estudiado antes. ¿Realmente llegaría Taylor Swift a tal extremo por sus fans? Yo lo tengo claro: sí, sí lo haría.










Fuente: Vogue Magazine
Traducción: El Rincón de Taylor

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